Aprovecho el viaje de Sebastián, mi actual hermano de comunidad, para escribiros de nuevo.
Desde mi regreso a Bayenga he podido visitar casi todas las aldeas del territorio que comprende la parroquia. El gozo de reencontrarse con las personas conocidas, ahora con perspectivas nuevas de presencia y actuación, se mezcla con la tristeza y el dolor de ver cada vez más de cerca la opresión del pueblo pigmeo. Dispersos, desorientados, divididos según las necesidades de sus señores, pagados con una moneda que los esclaviza aún más (el alcohol o el hachís). Viven sin horizonte, olvidando tradiciones y raíces, perdiendo su dignidad por cuatro trapos viejos y sucios...
Sin derecho de réplica
La indignación aumenta cuando uno lee o hace memoria junto con los habitantes del territorio: siendo los primeros habitantes del territorio, no son contados ni como personas, no se les pide permiso para instalarse en el territorio ni para explotar los recursos de la selva; se les imponen nuevas leyes,... Extranjeros en su propia tierra.
Quizás el hecho de hablar ya algo de kiswahili me permite darme más cuenta de lo que se cuece. Esto facilita mucho las cosas, uno comparte más, entiende más, ama más y sufre más.
La salud es un problema urgente. Al no disponer de dinero, pues son pagados normalmente con el trueque y sin proporción directa con el valor de su trabajo, no pueden acceder a los medicamentos; una operación de hernia inguinal (65 $ aproximadamente) o una cesárea (25 $) están totalmente fuera de las posibilidades e incluso del pensamiento de un pigmeo en nuestra parroquia, sin contar el trato que reciben. Unos días antes de mi regreso murió un pigmeo (mbuti) por una hernia estrangulada que el enfermero no quiso operar, pues sabía que no sería pagado. Cuando están seguros de nuestra intervención para pagar la operación o el tratamiento de un pigmeo, los enfermeros del dispensario aumentan la suma a pagar, a veces dando más medicamentos de lo necesario o reteniendo al enfermo más tiempo internado,... En fin, que no hay justicia y nos vemos obligados a arar con estos bueyes, pues no disponemos de personal enfermero misionero a nuestra disposición (a ver si los laicos misioneros se animan), ni contamos tampoco con los medios para atenderlos. Nos limitamos a darles algunas medicinas genéricas para algunas enfermedades más recurrentes como la malaria, la disentería, “le pian”,...
En el último encuentro con los animadores de la pastoral pigmea, me dieron la relación de diversos hechos graves de explotación y me pidieron que fuera a hablar con el responsable. Espero su regreso de Isiro para encontrarlo.
Sueño con un equipo mixto (de misioneros sacerdotes, hermanos, hermanas y laicos) para llevar a cabo una pastoral más específica, que nos permita una mayor presencia, conocimiento de la realidad, reflexión, así como un mayor campo de acción (en más ámbitos: salud, educación de la mujer, recuperación de la cultura del pueblo, para que puedan así dialogar con las otras culturas no sólo asimilarse a ellas, justicia y paz...). Por ahora uno se ve desbordado por el trabajo de una parroquia con una mayoría de habitantes bantús que no deja mucho espacio para una pastoral más específica, que responda a una antigua pregunta que nuestro Padre bueno dirige a toda la Humanidad: “¿dónde está tu hermano?”
Bueno, en esta tarde de Navidad, en la que recordamos y esperamos la venida de nuestro Señor, quiero rezar con más fe y con más esperanza: “¡venga a nosotros tu Reino!”, a los que duermen fuera, a los que no cuentan, a los que no tienen otro a quien acudir... ¡venga tu Reino!
Desde esta oración os invito también a quienes me leéis a implicaros, ayudadnos a buscar vida y justicia, a dar vida, a mantenerla, a devolver el derecho de existir a estos nuestros hermanos. ¿Tenemos sitio para acoger a Jesús? ¿Tenemos tiempo? ¿A qué estamos dispuestos a renunciar para acogerle, para dejarle vivir entre nosotros? ¿Qué estoy dispuesto a hacer para ello?
Como siempre últimamente, al releer lo escrito mientras me peleo con el sueño y el cansancio, me parece que no hay nada de concreto... en fin, a la carrera quería sólo saludaros y compartir con vosotros la esperanza del nacimiento de un Dios que opta por los últimos y que reina desde la debilidad. Que Él os bendiga con su paz.
Vuestro hermano, Andrés
1 comentario:
Estimado Andres,
He leido tu reflexion con emocion y esperanza. Leyendo tu "cronica" de la mision veo claramente que los pigmeos son un pueblo que por su situacion clama por la Buena Noticia de los cielos nuevos y la tierra nueva. Que tu esperanza no desfallesca.
Oscar Clavijo
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