jueves, 28 de marzo de 2019

CONTRASTES

Tucupita aparece en el horizonte en medio de las aguas, sencilla y misteriosa, acogedora e inquietante.

Hoy hemos visitado con p. Chrispine, al Obispo, D. Ernesto, capuchino, para presentarme y compartir un poco sobre la diócesis.

El palacio episcopal, en piedra, fruto de otros tiempos y otras mentalidades, bello, austero, abierto a los indígenas warao, que se reúnen en sus instalaciones cada semana.

Preguntamos por Monseñor Ernesto en la entrada del Obispado y nos dicen "suban y llamen a la puerta". Así lo hicimos. D. Ernesto responde con tono alegre y acogedor: "pasen!". ¡¡¡Lo encontramos en la cocina, preparando la comida para la comunidad!!! Ahí mismo nos sentamos a tomar café mientras la olla express silbaba.

Muchísima cercanía, humanidad, bondad. Compartimos historias de misión, que rebosan pasión por la gente sencilla y por el proyecto de nuestro Señor Jesucristo de una Nueva Humanidad, Nuevas Relaciones más justas y verdaderas, más pacíficas y equitativas..., más humanas y más divinas.

Quiero guardar cada instante de este encuentro en mi corazón y en mi memoria... por eso no quise perder tiempo en hacer fotos. Después sí, hice alguna del obispado que os enseño:

También por la mañana encontramos al P. Julio, un capuchino español que tiene 83 años, si no me equivoco, y lleva desde los 25 entre los warao. Toda un testigo de bondad, sencillez, de opción y amor a Dios y a un pueblo, el warao, entre los preferidos de Dios. Débil y enfermo, sigue desbordando de pasión. En estos días nos encontraremos para compartir. ¡¡¡Cuánta gracia!!!

Por la tarde, participamos en uno de los encuentros organizativos de la pastoral indígena de Tucupita en el obispado y después participé en la Acción de Gracias en la parroquia de Tucupita, también de estilo colonial, de principios del S. XX; sencilla, y frecuentada también por gente sencilla.

A medio día acompañamos algunos indígenas hospitalizados en el hospital de Tucupita al centro médico donde hacen radiografías. Uno de ellos tuberculoso, tres niñas entre 2 y 5 años, una de ellas con síndrome de Down, muy bella y simpática. Los acompañaba también un agente de pastoral indígena, para que los atiendan como a los demás. A causa de los apagones hay un gran número de pacientes que espera los servicios de rayos...

Hasta la próxima.

1 comentario:

Javier García dijo...

Gracias Andres por tu testimonio. Gracias por aceptar la misión que el Padre te ha encomendado. Gracias por ser voz de los más sencillos. Gracias.