miércoles, 19 de junio de 2019

9 de junio de 2019

¡Hola a todos!

Hace casi un mes, el 12 de Mayo, P. Juan Carlos tuvo que ir a Argentina por la muerte repentina de su hermano Rubén. Fue duro: estaba celebrando la fiesta patronal de la parroquia en Araguaimujo y llegó uno de nuestros hermanos desde Tucupita, en lancha, para informarle y para acompañarle en su regreso a Tucupita. Como sabéis, la comunicación en nuestra misión es muy difícil, así que al llegar la noticia su hermano llevaba unos días muerto. Con mucho aplomo, Juan Carlos vino hasta Nabasanuka, me informó, agarró sus cosas, me dio algunas consignas y a la mañana siguiente salió para Argentina. Tantos planes... Sólo nuestro Señor y su Reinado son absolutos y duraderos.

Juan Carlos llegó bien a su casa donde pasará unos meses de vacaciones.

En Nabasanuka seguimos caminando, con el corazón acompañando al padre y hermano en su viaje y en su duelo. Toca entrar más rápido, concluir programas y organizar el inicio del año pastoral. El idioma warao es melodioso a mis oídos, como la brisa de las tardes y el canto de los pájaros exóticos. Los manglares, al inicio misteriosos, se van haciendo amigos en el paisaje de los caños, que también comienzan a abrirme sus secretos y sus direcciones.

El 7 de junio, anteayer, celebramos el 2º aniversario de la muerte del P. Damián, un gran misionero capuchino que dio su vida y su amor a los warao del Delta Amacuro y que quiso ser enterrado en Nabasanuka, en el terreno de la misión, donde él viviera durante años. Me impliqué en la celebración y, para darle solemnidad celebramos también las confirmaciones de más de 50 jóvenes y adultos y unas 30 primeras comuniones.

El mensaje de la vida del P. Damián invitaba a los warao a amar su identidad, su pueblo, su cultura y su lengua. Hubo manifestaciones culturales, juegos y competiciones autóctonos y concluimos con un encuentro con algunos de los líderes de las comunidades cristianas.

Todo Nabasanuka se implicó en la preparación, y ha sido un revulsivo para muchas de las comunidades. Unas 630 personas vinieron de lejos, en canoas, remando durante horas, algunos durante todo un día... Nada de bromas!!! Solo verlos llegar era ya impresionante e inspirador. Cierto, el Espíritu Santo quiere caminar en este pueblo y con este pueblo y él quiere dejarle actuar.

Poco les importó a algunos pasar dos días casi sin comer o dormir a la intemperie. La gran Acción de Gracias no quería terminar: cantos, símbolos, mensajes,... algo estaba despertando. Unos evocaban a nuestro Señor Jesucristo, otros al P. Damián o alguno de los misioneros capuchinos, otros a los misioneros y misioneras de la Consolata que han pasado por aquí. Todos llenos de esperanza invocando un cambio desde el gobierno y las instituciones; desde ellos mismos, pero en definitiva un cambio. No podemos seguir así, decían: hambre, enfermedades, falta de acceso a las medicinas y a la diversificación de la dieta, falta de maestros y de escuelas, falta de líderes que orienten y organicen,...

Hoy, fiesta de Pentecostés, he visitado tres comunidades y sigue el entusiasmo y la esperanza. Las ganas de caminar. Niños, jóvenes y adultos, ancianos, parecen poner la esperanza en la misión, en nosotros, misioneros, para que demos ritmo y dirección a su caminar.

Hemos de hacerlo juntos, desde luego, con la luz del Espíritu de la Vida y con su Fortaleza y Sabiduría.

Ahora queda el desafío del cómo. El sistema bancario y monetario actual de Venezuela es un poco complicado para acceder al dinero líquido, y también las transacciones se complican a menudo últimamente. Se encuentran pocas cosas en los almacenes, así que contamos con pocos medios. Bueno, la esperanza y la necesidad aumentarán nuestra creatividad, pero esto no puede detenerse. Los mayores desafíos son el transporte: la gasolina, difícil de conseguir; el medio de transporte, pues la lancha que tenemos en la misión es vieja y necesita ser reparada a fondo; conseguir medicinas y alimentos, conseguir ropa para la gente, sal,... y que nos permitan llegar con todo ello a Nabasanuka...

El Señor es nuestra fuerza y nuestra alegría.

Os dejo con algunas imágenes de lo que os he contado: niños, preparación de la fiesta y la celebración.

Un abrazo en comunión.