martes, 13 de diciembre de 2016

¡Proteger al grupo!

Hola a todos!

Nos acercamos a la gran alegría de la Encarnación, así que quiero compartiros algo de la nuestra.

Mientras más me sumerjo en la literatura sobre el pueblo pigmeo, más respeto me da hablar o escribir sobre ellos.

Existe una gran diversidad entre ellos, incluso entre los pigmeos de un mismo país. Es una riqueza que evoluciona, porque hablamos de personas que se interrelacionan entre sí y con personas también de otros pueblos, que tienen también culturas distintas.

Me limito a hablar de los pigmeos que conozco dentro de los límites del territorio de nuestra parroquia de Bayenga. Ya sabéis que viven en campamentos de entre 40 y 100 personas con lazos de parentesco bastante estrecho.

Parece ser que, de un modo no siempre consciente, este pueblo minoritario tiende a proteger su número.

Las parejas se forman entre personas de distintos campamentos, y a menudo son instrumento de alianza entre familias, que se unen para cazar juntos y compartir territorio de caza.

Tradicionalmente los matrimonios se hacen por intercambio (aunque últimamente pierde fuerza esta tradición): si un hombre del campamento A toma una mujer del campamento B, la familia del hombre del campamento A debe ofrecer una mujer al campamento B, para que pueda producirse el intercambio.

Otra tradición orientada a mantener el número es la de "rescatar al difunto". Es decir, cuando alguien del campamento A habita en el campamento B y muere en el campamento B, se busca el modo de igualar la relación numérica. Hemos visto dos modos de hacerlo:

  • Los hombres con fuerza para cazar del campamento A se desplazan al campamento B para tomar una mujer joven que pueda dar hijos, y así devolver el equilibrio numérico al campamento. Este proceso se lleva a cabo a veces por la fuerza y a veces tras varios días de diálogos en busca de un acuerdo.
  • Los hombres fuertes del campamento A se desplazan al campamento B para recuperar el cuerpo de su familiar y para eliminar una persona del campamento B. Gracias a Dios, este último método ha caído en desuso.

Vemos también durante el entierro de bebés o niños aún pequeños algunos ritos que muestran la intención de hacer venir un nuevo niño al campamento: atan una "pequeña liana" al pie o al dedo del pie del niño que están enterrando, de manera que tras haber vertido la tierra en la tumba, el extremo de la fina liana es atado a un pequeño trozo de rama verde, tensándolo, como queriendo tirar del seno creador de Dios una nueva criatura que venga a ocupar el espacio que el niño difunto ha dejado.

Detrás de estas tradiciones leemos la importancia que este pueblo da a la vida y su deseo de sobrevivir ante la continua amenaza de la enfermedad y la muerte, que merman su número y los hace débiles.

También este pueblo espera "Otro Mundo Mejor", "Otro Mundo Posible" que intuyen dentro de sus corazones, y por el que suspiran y luchan; así, en este anhelo de Vida Nueva van dialogando con otros pueblos, culturas, tradiciones, de manera que van encontrando nuevas respuestas a su anhelo de Vida. Cansados de soluciones violentas, acogen con agrado la opción por la Vida, por la Esperanza, por la Fraternidad, por la Alegría... Luz en sus corazones, Luz para todos los pueblos.

¡¡¡Un saludo a tod@s!!!

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