viernes, 3 de mayo de 2019

CONOCER PARA AMAR

¡Hola, amig@s!

Volvimos de Tucupita después de conseguir la gasolina... Nos dieron la mitad de lo que el delegado de la gobernadora nos concedió... Paz y bien. Al volver transportamos también a la señora enferma, ya recuperada, con su marido. Los dos pasaron días difíciles en el hospital y en Tucupita, pues vinieron con lo puesto y sin dinero, así que han pasado hambre. En el camino nos enseñaron la receta médica y nos explicaron que en el hospital no le dieron medicinas, así que nos tocó buscarles alguna medicina por aquí. La providencia quiso que al día siguiente llegaran unas cajas de medicamentos que regaló el gobierno para el hospital de Nabasanuka y alrededores (en una semana terminaron las medicinas), así que pudo retirarlos y volver a su casa.

Para ir conociendo a los vecinos y para darme a conocer, organizamos la Eucaristía por grupos de casas. Hermoso ver a todos los vecinos, niños, jóvenes adultos, ancianos, reunidos, compartiendo con toda sencillez el espacio en sus pequeñas casas de madera. Sentados en el suelo la mayoría, en sillas los mayores, cantamos a Cristo resucitado con la alegría, la fraternidad y la esperanza como únicos instrumentos musicales.

En comunidad cocinamos una semana cada uno; es un buen ejercicio de creatividad en el que toca cocinar el ocumo (un tubérculo) y el arroz de formas distintas para no caer en la rutina. Cuidar los detalles construye comunidad.

Dedicamos bastante tiempo a dialogar compartiendo desafíos y sueños, pasado y perspectivas de nuestra misión.

Estos días están comenzando las lluvias y ya vamos viendo cómo sube el nivel del río que, como cada año, llegará a inundar buena parte de la tierra firme, entrando algunos días en las casas, que se construyen un poco elevadas para evitar el agua en lo posible.

Nuestra casa está casi siempre abierta, así que niños y jóvenes pasan buena parte del día con nosotros. No hay casi actividades en las comunidades más allá de la pesca, algo de agricultura (con las crecidas se pueden cultivar pocas cosas), la escuela y algo de deporte. Hay una cancha pequeña en cemento, donde distintos grupos de jóvenes y niños juegan durante todo el día mientras el río no es muy caudaloso. Durante las lluvias se inunda y el único deporte que queda es la natación y el "piragüismo".

La mayoría de los warao prefiere hablar en castellano (es como si diera un poco de dignidad), así que tocará hacer un esfuerzo mayor para aprender el warao. Aprender la lengua de un pueblo es la llave para aprender entenderlo, así nos decía José Allamano, nuestro fundador.

Estos días de incertidumbre en Caracas y las grandes ciudades del país han reavivado cuestiones y esperanzas entre nuestra gente, aunque aquí todo está muy lejos. Todo llega más tarde aquí y con menos intensidad: la política, la comida, las medicinas, los servicios,... Rezamos para que las autoridades busquen siempre el bien del pueblo, de los más necesitados.

Un saludo a todos.

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