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Después de unos meses de
silencio y de perplejidad vuelvo a contaros algo de nuestro devenir
por Bayenga.
“Merci, Morgan!”
(¡gracias, Morgan!). Este es el grito que más se ha oído en
Bayenga y alrededores durante los meses que siguieron a los ataques
de enero-febrero.
Si releéis las
anteriores entradas recordaréis que Morgan es el nombre del jefe
rebelde que había atacado la población de “51 Km” y que originó
la llegada del destacamento de la armada y la migración de una buena
parte de la población de “51 km” y de las aldeas vecinas hasta
Bayenga e incluso Wamba.
Pues bien, una semana
después se puso en marcha el mecanismo de ayuda a los desplazados de
guerra: censo de desplazados, llamada a organismos, distribución de
ayudas...
Yo no había visto nunca
ese tipo de despliegue “solidario”. Por un lado uno se alegra
por la inquietud y el interés de los organismos de solidaridad. Por
otro lado he de confesar mi perplejidad ante el mecanismo:
Los agentes que vinieron
para hacer el censo de refugiados a Bayenga y a las aldeas de nuestra
parroquia no conocían la zona. Empezaron a preguntar y, sin ninguna
verificación, inscribieron en las listas a numerosos vecinos que no
se habían desplazado para nada a causa del conflicto. Incluso
algunos lo declaraban abiertamente: “yo estoy en mi casa y no
necesito esta ayuda”.
Respuesta: “no seas
tonto, recibe lo que te ofrecemos, porque no vamos a volver a
Kisangani con ello”.
El caso es que las ayudas
llegaron cuando los desplazados ya habían vuelto a sus casas. Fue la
solidaridad de las familias y vecinos la que ayudó a salir del paso
a los desplazados.
P.A.M., Caritas,
Solidarités, Save the children, son cuatro de los organismos que
hicieron valer su generosidad en la zona. Cierto, no pongo en tela de
juicio la buena voluntad, comprendo la falta de personal y de medios
que les hizo apoyarse en gente del lugar que no entendió bien el fin
de las ayudas,... También entiendo que de algún modo deben donar
los productos almacenados antes de que caduquen...
En fin que la población
repetía una y otra vez “merci, Morgan”, pues sin su ataque no
habrían recibido alguna ayuda. Nada, que no hay mal que por bien no
venga.
A nosotros que
acompañamos diariamente a esta población nos cuestionó
profundamente la falta de coordinación y de comunicación entre
organismos que dio lugar a estas acciones paralelas que podrían
engendrar dependencia más que solventar una crisis.
Con un poco más de
coordinación y de sinceridad se podría haber ahorrado transporte,
personal y tal vez una parte de la ayuda desplegada en nuestra zona
podría haber servido en el este o en otras zonas de conflicto de
mayor intensidad.
Pero bueno, gracias,
Morgan, porque con tu ataque has encendido la solidaridad entre
nosotros y nos has hecho conscientes de que hay un problema latente
que puede explotar y al que hay que dar respuesta más allá de las
galletas, harina, maíz, colchones o cacerolas que se repartieron.
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